Las personas sentimos una especial ternura cuando vemos a nuestra mascota disfrazada o vestida con algún tipo de prenda. Pero una cosa es ponerle un detalle gracioso y otra disfrazarle de pies a cabeza que para ellos resulta incómodo y molesto.
Los dueños más reticentes se conforman con ponerle un gorrito navideño o un poco de espumillón alrededor del cuello... Además, hay multitud de modelitos para ellos, sobre todo en el caso de los perros, y cada vez son más los diseños que nos sorprenden.
No obstante, pese a que esta inclinación a vestir a nuestro perro o gato puede resultar divertida, graciosa o tierna, hay que tener en cuenta que seguramente él lo detesta y que además puede ser peligroso.
Por un lado, vestirse no está en su naturaleza y, por lo tanto, se siente extraño e incómodo con ropa. Ponerle un jersey o un abrigo puede ser recomendable o incluso necesario cuando hace frío o llueve, pero en caso contrario no hay por qué hacerle pasar un mal rato.
Por otro lado, hay que tener cuidado con la ropa que elijamos para él. Debemos asegurarnos de que no le queda demasiado justa, sobre todo en la zona del cuello, pues podría provocarle asfixia. También hay que ser cuidadoso con el tejido, que debe ser flexible para que le permita una movilidad total. Evita las lanas y otros tejidos que generan pelusas, se les pueden meter en los ojos o en la nariz y provocarles muchas molestias. Si hace mucho calor, evita las prendas gruesas, piensa que tu mascota ya tiene un abrigo natural, su pelaje, y si le añades más puede sufrir un golpe de calor.
Si pese a todo decides vestirle, intenta hacerlo por poco tiempo, utiliza prendas holgadas y cómodas, y quítale la ropa si ves que no se siente bien con ella.
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